miércoles, 17 de febrero de 2010

La flor del jardinero

Comenzar de nuevo nunca es fácil, en lugar de pensar en ello y hacer una introducción a mi nuevo espacio, me limitaré a contar la historia de aquel jardinero:

Durante su vida cultivó muchas flores de toda clase, más lo único que anhelaba, era encontrar una sola a la cual dedicar su entera disposición. Pasó el tiempo y ninguna cumplía con su amplia lista de cualidades requeridas. El hombre frustrado intentó abandonar su gran empeño por hallar esa planta soñada: trató de distraerse por todos los medios posibles y centrar su atención en una de las flores que ya había cultivado; varias lograron captar su interés, pero ninguna fue lo suficientemente cautivadora para mantenerle calmado.

Un día el hombre fijó su vista en una hermosa rosa blanca a la que nunca antes miró por ser mas pequeña que las otras. No pudo evitar terminar encantado con la simple belleza que se apreciaba en sus delicados pétalos y la sutileza con la que cada gota de rocío parecía brillar hermosamente en sus minúsculas hojas.

El jardinero por fin obtuvo lo que tanto deseaba. Dedicó la mayor parte de su tiempo al cuidado de su Rosa Blanca, le cantaba con dulzura, la regaba suavemente, la miraba con cariño y la abonaba con esmero. No hubo día en que el hombre no se ocupara de su protegida.

Un año después, el jardinero dejó de encargarse de su adorada planta y ese descuido la comenzó a destruir. Aquel señor, olvidó que esa flor era su razón de vida, porque al tenerla consigo se desvaneció el recuerdo de lo mucho que sufrió esperándola antes de su llegada. Siendo ser humano por naturaleza, no sintió la necesidad de darle un bello trato para mantenerla en pié, simplemente daba por sentado que le pertenecía.

Fue así como a la indefensa florecilla le crecieron espinas protectoras, y estando resentida, lastimó a esa persona que anteriormente la cuidó tanto. Quizás el dolor posterior a la herida ocasionada, fue lo que llevó al jardinero a empeorar su trato. Inevitablemente la linda rosa comenzó a marchitarse.

Con suerte, el hombre comprenderá antes de que sea demasiado tarde que apartó de su lado a su única, preciosa y fiel compañera; o tal vez, será el último en darse cuenta de cuanto necesitaba a su amada Rosa Blanca en el momento en que ésta se marchite completamente.

Clara enseñanza. Iré a cuidar mi flor...

3 comentarios:

Claudia Aguirre Cueva dijo...

Totalmente de acuerdo contigo... Es triste lo que puede ocurrir cuando no pensamos en el otro, o lo que pueda sentir. Creo que entiendes a que me refiero... Son cosas que desaniman muchisimo, pero en efecto, nos vuelven esa flor casi indestructible...

Ness! dijo...

Creo que le doy demasiadas interpretaciones a esto. Hermoso y tan humano. Me diste más ganas aún de escribir un cuento.

Alicia Zapata dijo...

Que lindo *-*