Escribo y escribo para no volver a leer.
Cada vez que mi vista me hace una mala pasada
y la curiosidad hacia mí misma se asoma,
termino arrancando, rompiendo y arrojando a la basura páginas y mas páginas,
todas ellas escritas, por supuesto.
El miedo a recordar comienza conmigo misma
y termina con el silencio hacia los que me rodean.
Injusto ocultarme fervientemente
ante aquel que no lo merece, lo sé.
Es entonces cuando agradezco a esos seres vivos
que nadan en el océano
y conocen lo suficiente para tenerle confianza;
no ignoran su profundidad, pero tampoco le temen.
No puede existir un mar deshabitado.
¿Puede existir un diario sin páginas?
Ya no sé si tengo un diario...
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